La llegada en barco a Santa Caterina del Sasso es espectacular. Se trata de una iglesia construida en la montaña y que está literalmente colgada sobre el agua. Dicen que, en el siglo XIII, un comerciante naufragó justo en ese lugar y, en agradecimiento por haberse salvado, decidió dejarlo todo y hacerse eremita, construyendo allí mismo una iglesia-monasterio.
Para acceder tanto a la iglesia como al restaurante que hay en la parte superior, junto al aparcamiento, han construido un ascensor para salvar los ochenta escalones que hay. La entrada a la iglesia es gratuita, destacando los antiguos frescos. Y hay un sitio ideal para descansar o almorzar a la sombra, justo enfrente de la entrada al conjunto monacal. Una visita totalmente recomendable.
Laveno es un pueblecito curioso de ver y que se puede visitar tranquilamente en menos de una hora. En cuanto a Intra, es una ciudad bastante más grande y turística, aunque no me ha parecido que tenga gran cosa para ver.
Y ya para rematar el día, paseo por las calles del centro de Stresa, con concierto de jazz en una plaza y cena incluidos. Sin duda, ha sido una inmejorable toma de contacto con el Lago Maggiore.
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